Esta mañana me costó levantarme, lo reconozco. Después de las vacaciones navideñas tocaba volver a trabajar y eso cuesta. Desayunaba resignado ante el fin de las vaciones, tratando de llevarlo lo mejor posible, pensando que el día iba ser duro, cuando el presentador del telediario dió la noticia que nunca había querido escuchar: "El macroproyecto de Las Vegas de Madrid podría instalarse en Alcorcón".
Enlace de la noticia: http://www.lavanguardia.com/local/madrid/20120109/54244744823/ayuntamiento-dice-que-el-macrocomplejo-de-juego-seria-bien-recibido-por-generar-empleo-y-riqueza.html
Enseguida me acordé de todos esos buenos momentos que he pasado por la zona norte viendo aves estos años de atrás. Todo podría terminar bajo el hormigón, las luces de neón y el sonido de las tragaperras. ¿Cómo es posible que nos vendan las bondades de un proyecto como este sólo basadas en el factor dinero? ¿Qué tipo de sociedad estamos creando cuando sólo importa el color verde de los billetes por encima de la vida de los seres vivos? ¿Nadie ve los beneficios de tener una zona rural de disfrute para todos los vecinos de Alcorcón, libre de humos, congestión de tráfico...?
Me aterra el pensar que esta maravillosa zona de Alcorcón que hoy disfrutan ciclistas y amantes de la Naturaleza vaya a quedar para disfrute de ludópatas de medio mundo. Por eso, confío en que los vecinos de Alcorcón se opongan a este faraónico proyecto.
Cuando hayamos talado el último árbol, matado al último animal y contaminado el último río, nos daremos cuenta de que el dinero no se come.