A pesar de que aún estamos en pleno invierno y que estamos sufriendo las temperaturas más bajas del mismo, lo cierto es que la Naturaleza ya muestra síntomas de ese despertar que será pleno en primavera. La temporada de cría está próxima, y los pájaros se afanan en tomar posiciones para emparejarse e iniciar el duro proceso de la cría.
Lo primero que me llamó la atención esta mañana fue que no era la típica silenciosa mañana invernal.
El primer sonido que escuché fue el armonioso canto de un mirlo común, sin duda el más bonito de los que se pueden escuchar en nuestra ciudad:
Pero no fue el único. Unos metros más allá, un par de verdecillos rivalizaban cantando a pleno pulmón. Éstos ya llevan alguna semana de adelanto.
Enseguida, un carbonero común desde una atalaya situada en viejo árbol repite sin descanso su más famosa estrofa.
En otro árbol próximo, el turno es de una tórtolas turcas.
Salgo del parque y llega el turno de un grupo de estorninos negros desde las antenas de unos edificios cercanos.
En definitiva, en un breve paseo de no más de 10 minutos, 5 especies diferentes de aves cantando.
Toda una bendición para nuestros acostumbrados oídos urbanos a los ruidos de tráfico y demás ruidos de una ciudad.
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